*** Tal vez muchos nos hemos topado con el maestro Alfonso Castellanos en las calles de Santa Marta, y tal vez pocos sabemos de la importancia de este para el periodismo de nuestro país. En charla con OPINIÓN CARIBE, devela algunos de sus más profundas convicciones.    

 

El vertiginoso crecimiento poblacional ha originado un fenómeno social de desconocimiento. Lo más seguro es que usted no sepa quién se sienta a su lado en el bus, quién hace con usted la fila en una cafetería, ni sepa tampoco qué accionar tienen quienes comparten con usted el cine, la librería o el ascensor.

 

Es así como muchos de quienes transitan por el centro de Santa Marta, se han encontrado con un hombre alto, elegante, de andar seguro y precisión al hablar, que no pasa desapercibido, pues su talante y presentación fisionómica, asemejan la de los reporteros de los diarios ‘yanquis’ de la primera mitad del siglo XX.

 

Los jóvenes probablemente le desconocen por desinformación, pero los de la vieja data le recuerdan con aprecio por su labor periodística.

 

A Alfonso Castellanos se le puede relacionar con eventos de gran importancia en la historia como la llegada del primer hombre a la luna. Castellanos hizo parte del equipo de trabajo que se encargó, en un set con maquetas, vestidos y materiales didácticos- de transmitir por el Canal 9-Bogotá, el momento en que el Apolo 11 alunizó el 20 de julio de 1969, hecho del cual recuerda Castellanos cómo la mayoría de las personas pensaba que se trataba de una mentira o que eran ficciones cinematográficas.

 

Castellanos pertenece a una generación fundadora de los primeros programas de la televisión colombiana, con sus estilos y ocurrencias, como las entrevistas a personajes que involucraban situaciones de la cotidianidad de la persona, y fundadora también de la nueva publicidad, más creativa que informativa, que hacía juegos de palabras como el del famoso eslogan “Sin igual y siempre igual”, ocurrencia del escritor Álvaro Cepeda Samudio o “de boca en boca” de la marca Pielroja.

 

Generalmente conocido como “El loco Castellanos”, fue el creador de instrumentos del periodismo nacional como dejar de usar títulos de 50 palabras y empezar a implementar los títulos de dos y tres palabras.

 

 Así mismo se le atribuye el desuso de las fuentes tipográficas “condensed” de los años cincuenta, la revolución  en la diagramación, la titulación y la redacción de las noticias. Alberto Lleras Camargo,  uno de los mejores periodistas de este país, le dedicó un número de su revista Semana, y exaltó su modelo como “la vitrina horizontal de Alfonso Castellanos, que consistía en colocar las 10 noticias del día en la primera página, de manera horizontal y no vertical, como se usaba antes de que lo implementara Castellanos. 

 

Así mismo, introdujo el modelo de reducción fundamentada en el “lead” con la finalidad de que hubiese precisión, claridad, y comprensión para el lector.

Castellanos, triunfador, con “loquina periodística”, en las cadenas de radio y los periódicos, es el creador de los noticieros de televisión, junto con otros dos maestros: Carlos Villar-Borda y Pedro Acosta Borrero. 

 

Sin duda el renombre de Castellanos, proviene de su programa “Yo sé quién sabe lo que usted no sabe” que instauró, como algo novedoso, la participación de los televidentes. Por primera vez se comenzaba a interactuar no sólo con quienes asistían al estudio, sino también con aquellos que le seguían desde sus casas. La gente enviaba preguntas al programa y allí expertos se las respondían didácticamente.

A pesar de su relevante trayectoria televisiva, Castellanos no tiene el reconocimiento que debería tener por hacer parte de una generación gestora, creadora y transformadora de los medios de comunicación.

 

Lo cierto es que cuando empezó a hacer televisión, Alfonso Castellanos ya era un periodista veterano de la prensa escrita y de la radio. Estuvo vinculado certeramente a las transformaciones de concepto y diagramación que tuvieron los diarios de los años sesenta, gracias a la experiencia que había adquirido desde muy joven en periódicos como El Liberal, El Siglo, y entre otros La Unidad, y El Tiempo.

 

Su trabajo en los medios de comunicación le permitió conocer a pensadores del siglo XX de la talla de Jorge Eliecer Gaitán y actores de la política, de los cuales sin lugar a dudas cabe mencionar a los presidentes Alberto Lleras, Laureano Gómez, Belisario Betancur y Eduardo Santos, maestro suyos de periodismo y contactos que le dieron el privilegio de ser testigo de los distintos y contradictorios procesos políticos, que ahora le permiten reflexionar con certeza de sabio, sobre la actualidad política de Colombia de América y del mundo.

 

Alfonso Castellanos, santandereano de nacimiento pero con talante de cachaco, asegura que quien ha vivido la historia la sabe mejor que a quien se le han contado, y por ello, declarándose un absoluto conocedor del territorio colombiano, con un altísimo sentido crítico frente a la clase dirigente, asegura que “Colombia es el país de las guerras que dice amar la paz y que el gobierno es una pirámide de lambonería que sobrevive en un pueblo arrodillado apendejado, y atolondrado sistemáticamente por los politiqueros, porque en Colombia no hay formación ni capacitación y la falta de organización social ha generado un devastador clasismo.

 

Castellanos fue director de transmisiones de radio de las majestuosas visitas del presidente Kennedy a Bogotá y de los Papas Paulo VI y Juan Pablo II a Colombia, así como de la tragedia de Armero, en la cual el volcán del Ruiz, mató a 22 dos mil personas en 1985.

 

Fue director de varios noticieros de televisión como el Mundo al Vuelo, Suramericana, Telecom, Telebogotá, Teletigre, Intermedio, Telenoticias y Noticias Uno, así como de los programas Nosotros somos Colombia, Sea usted el juez, Aquí entre nos, Las cosas en blanco y negro, y “Yo se quién sabe lo que usted no sabe”.

 

UNA CÁTEDRA PRIVILEGIADA

 

OPINIÓN CARIBE y Alfonso Castellanos, el ‘indio chitarero’, como se autodenomina, se encontraron para poner en práctica el pensar del ilustrado personaje, quien afirma, rememorando las palabras de Darío Echandía, con la certeza de los sabios y con la nostalgia de los años, que “los hombres importantes sólo son aquellos que son  capaces de cambiar la historia”.

 

“No soy ni un hablador de paja, ni un propagandista, ni un vendedor de nada. Soy un pionero de las ideas del periodismo y voy a morir muy pronto sin haber logrado ser periodista”, confiesa un hombre que con sus manos ayudó a informar la historia del país.

 

Castellanos es la evidencia de que se está joven y vivo mientras la cabeza, los pensamientos, la personalidad y el carácter lo estén, porque pese a sus 70 años, en un encuentro privilegiado, a puerta cerrada, que se prolongó durante ocho horas, le mostró al equipo periodístico de OPINIÓN CARIBE, con un dominio prodigioso de la palabra, el toque de crítica que siempre le ha caracterizado, y sin perder en ningún momento el hilo del tema; la importancia de conocer la verdad de los hechos de la historia que, abiertamente, asegura, en la mayoría de casos, no son los que muestran los medios de comunicación.

 

Mientras golpeaba con energía la superficie de la mesa para reafirmar sus palabras, Castellanos manifestaba que eS fundamental para ser periodista tener conocimiento de los hechos del pasado, y mientras continuaba la charla, en la cual sólo hacia pausas para dar un pequeño sorbo de cocacola o de e café con leche, el reloj marcaba las horas.

 

“La vida es el pasado ¡Es el único  que le consta al ser humano!  No hay ni presente ni futuro, no hay tiempo ni  hay espacio. No hay verdad, por eso los hombres tuvieron que inventar la mentira de “la verdad verdadera” ¡Aquí en este mundo, los hombres no encontramos respuestas!

 

El paso del tiempo no disminuía la vitalidad ni la vehemencia de sus comentarios, los cuales empezaban en la actualidad nacional, se enlazaban con hechos de su juventud, y pese a lo largo del relato, siempre volvían al punto de partida sin perder en ningún instante la secuencia de la historia. En eso es un maestro como Fidel Castro.

 

 “Los periodistas somos unos tipos que nacimos deliberadamente para sufrir, somos primos hermanos de un pisco que se llama Jesucristo, tenemos enemigos, puñales, cuchillos, lanzas, todos contra nosotros porque manejamos ideas, un concepto, no manejamos un producto” afirma con convicción.

 

Al respecto del periodismo, rememorando a Albert Camus, expresa que los periodistas y los escritores tenemos que cuidar de no ponernos al servicio de quienes dicen hacer la historia, sino al servicio de quienes padecen la historia, y que a final de cuentas no somos dueños de nada salvo de nuestra capacidad de servirle a nuestra sociedad y de empujar a los seres humanos hacia arriba.

 

Asevera que el fin de la comunicación es producir un efecto. Los lectores deben quedar íntegramente enterados y absorbidos, y agrega, sobre la ética periodística “que ningún periodista puede recibir dinero de nadie porque el periodismo bien hecho es la política y porque la política es el pensamiento y la creación de ideas políticas para el bienestar de una nación”.

 

“El periodismo no es ponderar a figuras de la música, el deporte o la politiquería. Ellos nos son las naciones. No son los que piensan, los que constituyen continentes o que construyeron la conquista del espacio. Ser periodista es el equivalente a ser pintor, poeta, escultor o arquitecto. Hay que vivir en este oficio las 24 horas”.

 

Viviendo en Santa Marta, de la que asegura que con casi 500 años,  es una ciudad que apenas está en proceso de creación y construcción, se considera un amante de la lectura poseedor de una gran colección de libros. Actualmente se encuentra leyendo “Sin espacio en el espacio”, escrito por Ernesto Rodríguez uno de sus alumnos.

Manifiesta el maestro Castellanos, que pronto verán la luz sus obras impresas que llevan por título “La historia no es como nos la han contado”, “Yo sé quién sabe lo que usted no sabe”, “El loquito de las islas” y “Que conste: lo dijeron”.