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Así es la democracia en Tucurinca

Abril 1 de 2014

Este es el relato hecho por un periodista presente en la población de la Zona Bananera, quien fue testigo de los casos de corrupción que ante la vista de habitantes, autoridades electorales, civiles y militares, campeó durante la jornada electoral para elegir al Congreso de la República.

 

Tucurinca es uno de los cuatro principales corregimientos de la Zona Bananera, municipio que no posee casco urbano por lo dispersa que están sus poblaciones.

 

Tucurinca está conformada en su mayoría por labriegos afrodescendientes, dedicados a cultivos de pancoger, y otros empleados en las extractoras de palma africana de propiedad de familias prestantes radicadas en Santa Marta que participaron en el último debate electoral de caras a conformar el Congreso de la República.

 

Allí la política se vive con otro estilo, en las últimas elecciones para elegir alcalde municipal, hubo asonada que terminó con la incineración de varias urnas de votación y creó desmanes entre los bandos que se disputaban la alcaldía.

 

A pesar de las advertencias sobre lo caldeados que son los habitantes de Tucurinca, la presencia de autoridades como la Misión de Observación Electoral (MOE), brilló por su ausencia. Varios agentes de policía y unos cuantos soldados, custodiaban una multitud que por momentos quería ingresar a empujones a la escuela Simón Bolívar y votar como fuera en las diez mesas dispuestas incómodamente en los salones de la descuidada institución.

 

A las afueras, la candente plaza del pueblo rodeada de comandos políticos que sin tapujos reunían a los necesitados votantes en filas para entregar los diez mil pesos que pagaban por presentar el certificado electoral, único comprobante que servía para verificar que sí depositó el tarjetón.

 

Alguien preguntaba ¿Por qué pagan tan poquito?, si en Santa Marta pagaban hasta 25 mil. “Es que a medida que van bajando hacia el sur del departamento la plata se va acabando y no alcanza para repartírsela a todos”, respondió unas de las responsables de organizar los grupos que ingresaban. Paradójicamente esta mujer también actuaba como jurado de votación.

 

A los cubículos ingresaban de todo: ciegos, borrachos, iletrados, ancianos, todos ellos acompañados. Hasta quienes no necesitaban la “asesoría”, estaban dispuestos a recibirla de parte de las únicas personas que podían merodear sin restricciones: los testigos electorales.

 

Pareciera que todo estuviera planificado, testigos actuaban cerca de las mesas para inducir a los votantes escogidos en sus partidos para tachar correctamente por el candidato.

 

A su vez, jurados que no asistían por temor a los antecedentes, o simplemente por la lejanía del pueblo, eran reemplazados por otros ‘remanentes’, quienes en realidad eran iguales testigos electorales.

 

“Fíjese en ese gordito moreno de allá, le va dando de dos tarjetones para Cámara de Representantes a los que llegan. Él sabe a quienes dárselo. Bueno, él es testigo de Cambio Radical”. Comentaba otro testigo mientras tomaba agua de cien pesos.

 

Más allá de la corrupción y de lo que en las primeras horas de las elecciones ya se podía percibir, el tema del manejo de los nuevos tarjetones se convirtió en el dolor de cabeza para los colombianos que decidieron asistir a las urnas.

 

Tan sólo en todo el país la sumatoria de los votos no marcados y los nulos, apenas superó el 15 por ciento, mientras que en el caso específico del departamento del Magdalena 133.400 personas no lo hicieron o no supieron marcar el tarjetón, un 31.03% de los que sufragaron el pasado 9 de marzo.

 

Tal cifra se corrobora con lo visto en Tucurinca: de los 1.784 que votaron, 398 lo hicieron mal, mientras que 173 no se atrevieron a usar el marcador. Algo que para entidades como Congreso Visible hay que revisar de caras a comicios con tantos candidatos en listas.

 

LA ESTRATEGIA DESCARADA

 

Con el calor agonizante y las lentas horas que transcurrían allí, los mejores aliados para el jurado eran los propios testigos electorales. Refrigerios, almuerzos bien preparados, brindados por los ojos de los aspirantes al Congreso, desplazaban con creces a las comidas de reos que deambulaban en cajas sin que nadie las recibiera, salvo los niños hambrientos que permitían ingresar para deshacerse de las cajas de icopor.

 

“Esto lo hago porque soy madre soltera y espero que gane el candidato mío del partido Conservador, para que me dé un puesto a mí”, confesaba una jurado mientras fiscalizaba que fueran a buen recaudo los votos de su preferencia.

 

Cada diez minutos los gritos ensordecedores de pintorescos personajes exigían la presencia de una autoridad consumida por el tumulto y sin suficientes ojos para vigilar lo que muchos hacían a sus espaldas. Se había convertido en una plaza de mercado, cuyos productos principales eran las dos hojas del Senado y Cámara. Las pacas de tarjetones para Parlamento Andino y consulta del Partido Verde, eran sólo bulto.

 

Las únicas denuncias escuchadas eran las hechas por aquellos que eran asaltados en su ‘buena fe’ por sus conciudadanos, en medio del chanchullo imperante en tan sólo cuatro horas de haberse iniciado los comicios.

 

Todos comían de lo mismo. Se turnaban por repartirse los votos de los dos partidos en contienda: Cambio Radical y Opción Ciudadana, ambos sacaron la mayor parte de las votaciones, compartidas con los conservadores. Todos debían estar contentos.

 

LO QUE NO PODÍA FALLAR

 

Una tarde nublada con amagos de lluvia apaciguó los ánimos de los tucurincanos. Llegaron las cuatro de la tarde y unos cuantos comenzaron a destrozar los tarjetones sobrantes y depositarlos en las bolsas requeridas. Otras mesas no hicieron igual y permanecieron con sus paquetes intactos hasta recibir quien sabe qué orden para disponer de ellos a su conveniencia.

 

Comenzó el conteo y como buitres los testigos buscaban como fuera sus votos clasificados según el orden de los partidos. Mientras algunas mesas tenían dos o tres testigos por Cambio Radical, otras como el partido Liberal contaba con uno solo para cuatro mesas.

 

Cuando se pensaba que llegaba la tranquilidad y el bullicio se apartaba del todo, aparecieron, de forma frentera, los inverosímiles casos que hay que verlos para creerlos.

 

Lo primero fue que desaparecieron de los cubículos todos los marcadores utilizados para los tarjetones. No era raro verlos en las manos de los testigos, quienes estaban junto a los soldados y policías que poco o nada podían hacer con tan sólo una lámpara que iluminaba el patio principal del colegio.

 

“Los tarjetones no marcados en Cámara se lo repartían por turnos entre conservadores, radicales y Opción Ciudadana”, relata una de los jurados que estuvo en el momento. Con marcador en mano le fijaban el número a su preferido y lo ingresaban a la lista de los válidos.

 

Si no tenía la equis puesta, fácilmente lo corregían, o si lo habían marcado por otro partido diferente, simplemente algunos tachaban para que fueran anulados.

 

Quienes poseían la habilidad de sacar cuentas y estaban de afán para retornar a sus hogares despachaban el conteo con fluidez, desocupándose dos horas después del cierre electoral, mientras otros, como lo relata un docente de Santa Marta quien se trasladó hasta la Zona Bananera, se extrañaban de que en su mesa las cosas iban muy, pero muy lentas, como si les convinieran terminar de último.

 

Del bochornoso sol de la mañana a una fresca noche culminó una jornada de elecciones inusual para la mayoría que aplican la democracia, pero que es el mejor momento para sacarle provecho a los humildes habitantes de este atrasado pueblo, que celebran cuando se consiguen dinero de la forma más sencilla para ellos.

 

CIFRA

 

10 mil pesos llegaron a pagar por voto en el corregimiento de Tucurinca. 1.784 personas sufragaron ese día. BANDERAMagdalena superó la media nacional de votos nulos y no marcados en Colombia. Mientras a nivel nacional fue de apenas un 15%, en el departamento llegó a un 31%, con un total de 101.081 votos nulos y 32.318 no marcados en esta región.

 

Magdalena superó la media nacional de votos nulos y no marcados en Colombia. Mientras a nivel nacional fue de apenas un 15%, en el departamento llegó a un 31%, con un total de 101.081 votos nulos y 32.318 no marcados en esta región.

 

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