

Con el Magdalena en las venas
15 al 21 de Abril de 2015
Por: Raúl Ospino Rangel
A través de siete historias anecdóticas de compositores e intérpretes que han hecho importantes aportes musicales que se reconocen en Colombia y el mundo, se puede evidenciar que, de una u otra manera el Departamento del Magdalena ha tenido influencia en sus talentos y creaciones, ya sea por herencia, vivencia o aprendizaje.
EL PADRE DE ESCALONA ES ORIUNDO DE CIÉNAGA
Clemente Escalona Labarcés, hijo del matrimonio de Francisco Labarcés Campo, con Justa Matilde Escalona, quien se apellidaba Escalona por ser hijo natural, fue Coronel del Ejército liberal que participó en la Guerra de los Mil Días y es el padre del famoso compositor Rafael Escalona Martínez (1926 – 2009).
Después de la batalla de Carazúa, sitio cerca a Riohacha donde combatió el Coronel cienaguero Clemente Escalona Labarcés al lado del general Rafael Uribe Uribe, los combatientes militares se trasladan a la población de San Juan del Cesar, lugar donde se despiden: Rafael Uribe Uribe toma rumbo a Ciénaga, para firmar el Pacto de Neerlandia, y Clemente Escalona Labarcés, se dirige hacia Patillal Cesar, pendiente de una novia que había conocido durante sus andanzas de guerrero revolucionario liberal.
Además de militar, era músico de oído, peleador de gallo. En las galleras de Ciénaga, deleitaba al público con sus inspiraciones. Después de la Guerra de los Mil Días, se llevó sus cantos para Patillal César, población donde se casó con Margarita Martínez Celedón, madre de Rafael Escalona. Lo que quiere decir que la musa del maestro Escalona, se origina en Ciénaga Magdalena.
ARACATACA Y SANTA MARTA: LOS INICIOS DE LUCHO BERMÚDEZ
En 1921 su abuela y madre de crianza Doña Concepción Montes, se traslada del Carmen de Bolívar a Aracataca cuando el niño Lucho Bermúdez contaba con solo 9 años. La abuela llegó a esa población porque allí vivía su hijo Jorge Rafael Acosta, quien era músico y le enseñaría a al niño a tocar el trombón, la trompeta, y el saxofón.
Lucho Bermúdez en 1926, de Aracataca es enviado a Santa Marta, cuando contaba ya con 14 años, para que siguiera sus estudios en el Liceo Celedón. En esta ciudad perfecciona sus conocimientos musicales en la banda de música que dirige Carlos Rodríguez, banda que estaba integrada por Juan Noguera, en el clarinete, Manuel Duarte como solista, y el músico Electo Mier, quienes fueron sus profesores.
En Santa Marta, adopta el clarinete como su instrumento principal y estudia el pentagrama en la academia de música de Guillermo Rico; profesor que había estudiado el arte musical en Europa. En esta misma época es reclutado al Ejército, ingresando de inmediato a la banda militar del Batallón Córdoba, donde estuvo hasta 1931.
En 1931 regresa a Aracataca y en este pueblo funda la banda Santa Cecilia, su primera orquesta. Banda que estaba integrada por Víctor Pertúz y Manuel Rodríguez, en las trompetas; Sabas Vega, en el clarinete; Antonio Saade, en el redoblante; y Lucho Bermúdez, como Director. Fue él, quien dirigió los coros y cantos litúrgicos en las misas que celebraba el padre Angarita en la iglesia de Aracataca.
Viviendo en Aracataca, cuando contaba con 21 años, conoció la primera mujer de su vida, María Luisa Gámez, su primer amor quien le compuso las canciones: “Licha”, “Tus Recuerdos”, “Negra es mi Vida”, “Amor y Llanto”, y “A mí que me Importa”.
EL MAGDALENA EN LA MÚSICA DE LUIS ENRIQUE MARTÍNEZ
“El Pollo Vallenato”, nació en 1923, en Haticos Guajira, en el hogar conformado por Santander Martínez y Natividad Argote. En 1947 contrae matrimonio con Rosalvina Serrano en El Copey Cesar. Muere en 1995 en Santa Marta.
A Fundación Magdalena, fue a parar a los 13 años, donde lo llevó su madre luego de la separación con su padre. En esta población compuso su mejor canción: “Jardín de Fundación” y fue donde el ganadero Genito Andrade le obsequió, en 1975,un acordeón que costó siete mil pesos. La Zona Bananera, le brindó nuevas oportunidades, donde se especializó en aserrar madera, actividad que alternaba con la música.
Sus conocimientos musicales los perfeccionó con los músicos de esta región, siempre reconoció en Pacho Rada, su formación en la ejecución del son. Juan Madrid, fue el guitarrista de toda su vida, en una entrevista manifestó lo siguiente: “En El Banco Magdalena, conocí a Juan Madrid, quien me enseñó a hacer voces y ser acompañado por su guitarra, que fue la novedad en mis presentaciones y a quien luego lo llevé a las grabaciones. Fue el músico que influyó en mí. Luego aparecieron Esteban Montaño (de Tasajera Magdalena) y Andrés Paz Barros (de Ciénaga Magdalena), quienes me enseñaron a tocar la cumbia, ritmo que en nuestra región no se conocía. Con ellos inicié mi vida musical en Barranquilla, que fue para todos los provincianos, la única salida de expresar lo que teníamos como músicos. Una veces tocaba el acordeón, otras la caja”.
En 1949 Luis Enrique Martínez, con el acordeón de tres hileras, llamado “Dos Coronas”, pegó el mayor pretinazo que con acordeón se le haya dado a la cumbia; desde entonces es inmortal “La Cumbia Cienaguera” que vive y vivirá recorriendo el mundo como un símbolo de la riqueza musical colombiana.
ANDRÉS LANDERO Y SU PRIMER ACORDEÓN
Entonaba sus cantos con piezas de aires similares al paseo. Pasaron los años y siguió su amor por el arte hasta que conoció al plateño Pacho Rada, en una de sus andanzas por su tierra San Jacinto Bolívar.
Relata Landero: “quedé asombrado con su nota y su estilo bajero. Llegó a tocar un son y enseguida me timbró el oído porque no conocía ese ritmo. Cuando Pacho Rada se presentó por aquí (San Jacinto) ya era un señor. El vino a animar las corralejas. Mi primo Miguel Landero, le compró un acordeón por 60 pesos y para que me lo prestara le propuse que se lo ayudaría a pagar. Desde ese momento (tenía 17 años) comencé a moldear mi propio estilo con el acordeón de un solo teclado”.
Fundación Magdalena es pionero en festivales vallenatos, cuenta Andrés Landero en sus memorias, quien ocupó el segundo lugar con la canción “La Muerte de Eduardo Lora”, a comienzos de la década del cincuenta; si se tiene en cuenta que el cantante Eduardo Lora, murió en 1953 y la canción fue grabada por Landero, en 1955. Coincide con el testimonio de Pachito Rada Ortiz, quien manifiesta que se coronó rey en Fundación en 1953.
También en sus memorias escritas, manifiesta Andrés Landero, que el Festival Vallenato realizado en Pivijay Magdalena en 1960, lo ganó Alejo Duran, con la canción “Altos del Rosario” y que el segundo puesto se lo dieron a él.
La canción “Las Mellas de Pivijay”, fue grabada por Andrés Landero en 1969. Se refiere a las mellas (Ana y Carmen), hijas de Republicano Herrera Orozco, personaje importante de Pivijay, hermano del famoso médico Santander Herrera Orozco.
Por los años sesenta del siglo XX, estuvo por varios días Andrés Landero en Cantagallar Magdalena. En abril de 1999 fue declarado Rey Vitalicio del Festival Vallenato, en esa ocasión relató el siguiente testimonio: “De las canciones mías, la que más me gusta es “Las Miradas de Magali”. Es una historia cierta: Yo me metí en un pueblo del Magdalena, que se llama Cantagallar, tenía como 4 días de parranda y se acercaron varias muchachas y les improvisé versos, pero me faltó una y un borracho me reclamó: Mira, a la mejor muchacha la dejaste sin versos, es la profesora Magali y pasado mañana se va de vacaciones.
Enseguida cogí el acordeón y canté”.
Con el son “La Sombra”, de la autoría de Arturo Cabarcas Saumeth, oriundo de Nueva Granada Magdalena, se presentó Andrés Landero en el Festival Vallenato de 1969, ocupando el segundo lugar. En ese segundo Festival Vallenato, que fue ganado por Nicolás ‘Colacho’ Mendoza, los dos favoritos eran Landero y Lisandro Meza, pero la nota picada del que obtuvo el primer puesto le ganó a la sabanera, lo que generó la protesta del público. El público vio ganador a Landero.
PINO MANCO, PRIMER ITALIANO EN CANTAR VALLENATO
Nació el 9 de Abril de 1952 en la población de Scalea Italia, pero desde 1955 se radicó en El Difícil Magdalena con su padre Damián Manco. Tras realizar estudios de primaria y bachillerato, se dedicó en esta población por el canto vallenato y a la actividad ganadera.
Pino Manco, dueño de una buena timbrada voz, realizó en 1992 para sellos Fuentes, la grabación de un sencillo acompañado del acordeón de Quico Rada, nieto del maestro Pacho Rada; en ese disco grabaron las siguientes canciones: “Morena Vallenata” y “Mi Serenata”. En 1986 grabó una larga duración con Quico Rada que tituló “Por Amarte Tanto”.
En el año 1995 crea su propio sello denominado sello Pino, en esa casa discográfica graba un álbum titulado“Una Voz y una Dinastía”, acompañado de los acordeones de Quico y Pachito Rada. En el año de 1997 sale otro álbum musical del sello Pino titulado “Canto Parrandero”, acompañado del acordeón de Francisco Rada Batista, cuando el maestro contaba con 90 años de edad. En esta producción Pacho Rada graba varias canciones de su autoría.
EN LAS MONTAÑAS DE EL DIFÍCIL Y SAN ÁNGEL, APRENDIÓ A TOCAR LISANDRO MEZA
Pedro Socarrás, era un campesino que combinaba los oficios de tocar acordeón con el trabajo del campo. Gran acordeonero, cantante y compositor de muchas canciones entre las que se destaca “Los Ojos de Agustina”. Discípulo de Pacho Rada y gran Intérprete de su música vallenata.
Socarrás fue quien le enseñó a tocar acordeón al músico sabanero Lisandro Meza a los 14 años, cuando su padre, oriundo del Departamento de Sucre, se lo llevó para El Difícil Magdalena, donde tenía una finca de su propiedad llamada “La Armenia”. El primer acordeón de Lisandro Meza se lo compró su padre en los almacenes de los turcos que comerciaban en Plato Magdalena.
El padre de Lisandro Meza era aserrador de madera y tenía una cuadrilla de 150 hombres en su finca, uno de ellos Pedro Socarrás; quien llegó a la finca procedente de San Ángel Magdalena, con un viejo acordeón de dos teclas en el año de 1954. Cuando Pedro Socarrás, salía para el aserradero, Lisandro Meza aprovechaba su ausencia para sacarle sones a su acordeón.
EL CAJERO CIRINO CASTILLA, ENCONTRÓ LA MÚSICA EN CONCORDIA
Muy joven se fue, Cirino Castilla Martínez, de su tierra natal Valledupar
Inicialmente se quedó en la Zona Bananera, después pasó a Barranquilla y luego a Puerto Colombia. Su espíritu aventurero lo llevó a viajar por los pueblos del Río Magdalena, cambiando drogas y mercancías por pieles de babilla y caimán que vendía en Barranquilla.
Fue en Concordia Magdalena, donde se enamoró y casó con la nativa Rosa María Polo. Allí se dedicó a la pesca y a tocar caja y trompeta en la banda de música. Fruto del matrimonio nació el 5 de mayo de 1946 en esa población, Rodolfo Castilla Polo, uno de los más grandes cajeros en la historia del vallenato a quien apodaban en el mundo vallenato “El Pulpo de la Caja”.
Luego de nacer sus primeros hijos en Concordia, Cirino Castilla volvió a Valledupar para morir de un infarto en la tarima “Francisco El Hombre”, acompañando al conjunto de Emiliano Zuleta Baquero en el Festival Vallenato de 1972.

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