
El cuento del gallo capón
20 al 26 de Mayo de 2015
En Cien años de soledad, se habla del cuento del Gallo Capón, y como en toda obra, cuando se relee, se le concede más jerarquía a referencias y pasajes sustanciales. Uno de esos fragmentos; en el que García Márquez, desbocadamente, en los días de la enfermedad del insomnio nos refiere el cuento del Gallo Capón.
“Los que querían dormir, no por cansancio sino por nostalgia de los sueños, recurrieron a toda clase de métodos agotadores. Se reunían a conversar sin tregua, a repetirse durante horas y horas los mismos chistes, a complicar hasta los límites de la exasperación el cuento del gallo capón, que era un juego infinito en que el narrador preguntaba si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando contestaban que sí, el narrador decía que no había pedido que dijeran que sí, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando contestaban que no, el narrador decía que no les había pedido que dijeran que no, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando se quedaban callados el narrador decía que no les había pedido que se quedaran callados, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y nadie podía irse, porque el narrador decía que no les había pedido que se fueran, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y así sucesivamente, en un círculo vicioso que se prolongaba por noches enteras.”
Fragmento de Cien años de soledad
Comenta Jesús Navarro sobre el cuento “El cuento del gallo capón, es tal vez el más palmario chascarrillo del Caribe; es por señalarlo de alguna manera la glorificación del mamagallismo, muy ajustado al realismo mágico de Macondo. Es una manera aguda de tomar del pelo al ingenuo escucha, con cachaza y con gracia.”
En una mamadera de gallo se ha convertido la versión 2015 de nuestra fiesta democrática, prueba de ellos, es la proliferación de candidatos que buscan aval como cuando están frente al guardarropa, es lo mismo azul, rojo, verde, amarillo, el que salga primero. Y si se pregunta el por qué la decisión se activa de una el cuento del gallo capón. En este contexto entendemos la frase de José Ortega Y Gasset: “Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral.”
Lo mismo sucede con los famosos acuerdos programáticos, en lo subterráneo se acuerdan cifras económicas, contratación y reparto de burocracia como requisito para adherir a una campaña pero ante los electores, va todo un discurso estructurado que no es más que el mismo cuento del gallo capón, y donde embelesados y cuasi hipnótico, van seducidos bajo el sonido de la flauta de Hamelin.
Una hemiplejía más preocupante es un elector crédulo, quien a la hora de escuchar y votar pese a los hechos que se repiten debate a debate, no activa su mecanismo de selección y discernimiento para incurrir, una vez más, en el error de elegir a personas equivocadas que están llamadas a cambiar la triste realidad de nuestros pueblos; todo un poder magnífico doblegado por la inconfundible fragancia de la hallaca, o nubilados por la manipulación de las promesas y cada vez
más frecuentemente, encantados por el respaldo divino de la iglesia tradicional o de la iglesia protestante. En castizo, un elector que se duerme con el cuento del gallo capón.
Y no menos preocupación nos genera el desdén de las autoridades responsables de implementar el andamiaje gubernamental, a ellos les compete una responsabilidad superior, pues de la composición de esos equipos depende el cumplimiento de las garantías a que hace referencia nuestra carta constitucional que no menciona por ninguna parte al gallo capón.
En cada campaña, la flauta de Hamelin marca el ritmo de promesas de cambio de situaciones que no mejoran en épocas de Gobierno; la prioridad de todos los actores es asegurar la participación y resultan en una sorpresa sorteada al azar el desempeño y resultados de cada gobierno seleccionado. ¿Dónde quedan los ideales o más bien las ideologías políticas, la planificación, la conexión con la realidad? Antes del tiempo de postularse, se desarrolla el tiempo de alianzas, de asociaciones estratégicas, y mientras se asegura el mejor escenario, es importante no sacrificar las garantías, la realidad, la verdad de la situación de los electores. Cobran vigencia en estas circunstancias la palabras del Nobel de Paz e indiscutible líder mundial Nelson Mandela: “Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos fundamentales de las personas, la democracia es una cascara vacía aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento”. Son las propuestas de gobierno en campaña, frustraciones de gobernados en cada periodo, quienes por necesidad dejan seducir con discursos, “soñar no cuesta nada” y para eso está el cuento del gallo capón, para dormir.
Lo que debemos mantener presente es la eterna pregunta que determina la línea de acción de todos los que distinguimos con nuestro respaldo electoral, ¿Cuál es la finalidad de fondo y de base de los gobiernos en cualquiera que sea la estructura que los representa? La solución y la satisfacción de las necesidades del pueblo de los electores y de todos los que lo componen.
Cuándo lo social lo humano sea la prioridad, sea la pauta, la guía, la orientación y todos respetemos el tremendo valor que implica esa gran verdad, todos, electores y elegidos mostraremos un desempeño acorde con la realidad y lejos de cuentos y chascarrillos distractores.
Mientras tanto, ¿Quieren seguir oyendo el cuento del gallo capón?
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