top of page

Heroínas del  Magdalena

 

 

29 de Abril  al  5 de Mayo  de 2015

Por: Raúl Ospino Rangel

 

LA MATUNA

Corría el año de 1498 cuando el español Don Juan De Ojeda, descubrió la bahía de Santa Marta, en ese entonces llamada por los indígenas “Saturna”, nombre que en su dialecto significa tierra de nieve. Cabe aclarar que Juan De Ojeda, descubrió a Santa Marta en 1498, fue el primero en hallarla, mientras que, Rodrigo De Bastidas, fue su fundador en 1525, a quien le correspondió darle organización administrativa.

 

En ese primer viaje de Juan De Ojeda, un marino español quedó abandonado en el pueblo indígena de “Saturna”, quien se hizo amigo de los indios Taironas, y cuyo dialecto fue el primero en aprender. Ese marino español abandonado, se enamoró de la hija del Cacique Tairona, de cuya relación nació una niña llamada La Matuna.

 

El muchacho castellano, padre de la hermosa india, se llamaba Juan De Buenaventura, dejado en el viejo puerto de Santa Marta, con la finalidad de que conviviera con los indios y aprendiese la lengua de ellos. Ese marino vivió por mucho tiempo en la fortaleza de nombre El Anconcito, que fue construida por Juan De Ojeda, para facilitar el contrabando. En el barrio Ancón, antiquísimo y tradicional, donde se hacían las mejores carrozas para las fiestas de la Virgen del Carmen, sus habitantes emigraron cuando llegó la construcción del Puerto, tumbando montañas, casas y toda una alegre historia.

 

La Matuna, descrita por los cronistas como figura hermosísima, de gentil parecer, había nacido del cruce de un navegante remoto con una india de piel cobriza, y era distinta a las demás indias Taironas sobre todo por su tez blanca y sus ojos verdes. Parecía una reina, por su bonito cuerpo, por sus ataviados collares, y por sus brazaletes de oro. Por los años de 1515 cuando estaba en auge la conquista española, se presentó una expedición a Santa Marta, en ella llegó el expedicionario Don Gonzalo Fernández De Oviedo, fue el español que atrapó a La Matuna, en los bosques de los cerros que quedan cerca del hoy barrio El Libertador, llevándosela para la región de El Darién. Pero La Matuna, no aguantó ese viaje largo en el cual no pronunció palabra alguna, no aguantó el dolor de desprenderse de su tierra y de su gente, no aguantó el dolor de verse presa de un enemigo. Una vez instalada en la casa de El Darién, La Matuna entró en fiebre alta y murió; murió de pesar, de tristeza, de soledad, de rabia, de impotencia.

 

LA INDIA CATALINA: MÁS DE GAIRA QUE DE CARTAGENA

Aborigen, católica, castellana, traductora y rebelde, fue la India Catalina, que nació en Galerazamba Bolívar. Fue raptada siendo niña, hecho ocurrido entre los años 1509 y 1511, por Diego de Nicuesa quien la hizo esclava, rapto considerado como el primer secuestro que ocurrió en tierras colombianas, ya que fue sacada de Zamba, hoy conocida como Galerazamba, por los conquistadores cuando solo tenía 14 años de edad.

Contaron los cronistas Fernández de Oviedo y Juan De Castellanos que en uno de sus viajes, Diego de Nicuesa envió a dos hombres por una “india lengua” o “india traductora”. Era la hija del cacique Galeras, quien gobernaba una tribu dedicada a la extracción de sal en su tierra natal. La bautizaron con el nombre de Catalina y la llevaron esclavizada a Santo Domingo, República Dominicana. En ese ambiente cristiano fue criada y convertida al catolicismo por religiosas que la educaron y la enseñaron a vestirse y vivir como española. Luego del aprendizaje con las religiosas de Santo Domingo, fue enviada a Gaira, Provincia de Santa Marta en el año de 1528, en calidad de intérprete, cuando contaba con 30 años de edad. En Gaira se convirtió en traductora entre los indígenas con los españoles, ejerciendo una importante labor como intérprete y difusora del cristianismo. La intervención de Catalina fue determinante para el ingreso, asentamiento y peregrinaje de los españoles al sur del Río Magdalena. Su tarea consistió en hacer contacto con los caciques para la pacificación de las ciudades indias, logrando el apaciguamiento de varias tribus. Al mismo tiempo, para conquistar a los indígenas, decide intercambiar con ellos regalos. Por todos estos acontecimientos la llamaban “La pacificadora de las tribus indígenas”.

Pedro de Heredia en esos años era teniente de Pedro Vadillo, entonces, Gobernador de la Provincia de Santa Marta. En esta ciudad se entera de la existencia de Catalina y de sus habilidades, señalándola como la persona con quien podía contar para someter a los indígenas de Cartagena y para que le sirviera como traductora y mediadora ante las autoridades indígenas que se resistían a la colonización. Fue así como Pedro de Heredia, la recogió en Gaira, entre la noche del 12 y la mañana del 13 de enero de 1533. A partir de esta fecha la India Catalina, fue libre y se convirtió en guía de Don Pedro de Heredia, hasta ayudarlo a conquistar y fundar la ciudad de Cartagena el 1 de junio de 1533.

 

Como intérprete de Heredia logró la pacificación de numerosas tribus indígenas, como los indios Yurbacos; ubicó para los españoles tesoros de oro como los de Zipacóa y Mahates. Para este tiempo llegó de nuevo a Galerazamba y logró reencontrarse con sus familiares, quienes ahora, en señal de agradecimiento, se sometieron al mandato de Pedro de Heredia.

 

La ciudad de Cartagena acogió a Catalina como una ciudadana ilustre y en la plaza que en su honor lleva su nombre tiene una estatua que es representativa de la ciudad y sus habitantes. A raíz de ello, todos los años el Festival de Cine Internacional de Cartagena la estatuilla que entrega como premio lleva la denominación de premios India Catalina. Era una mujer de estatura baja, gordita, de pómulos salientes, muy diferente a la que se encuentra en el monumento de Cartagena.

 

Se casó con Alonso Montañez, sobrino de Pedro de Heredia; la boda se realizó con mucha pompa y se dice que ésta fue la primera unión oficial entre un español y una indígena. Con Montañez, posteriormente se fue a vivir a Sevilla España y nunca se volvió a saber nada de ella. Un mito cuenta que murió en aquella ciudad viuda, centenaria y rodeada de hijos y nietos.

 

LA INDIA CRESPO, PREFIRIÓ LA MUERTE A LA DESHONRA

El 10 de noviembre de 1820 sucedió una de las batallas más violentas de la lucha por la independencia de Colombia, que dejó un saldo de 940 muertos entre patriotas y realistas, ocurrida en Ciénaga Magdalena. Batalla que ganaron los patriotas bolivarianos.

 

Cuando el combate había terminado, salía hacía el monte, en brazos de su novio, la hermana única del jefe realista derrotado, Coronel Narciso Vicente Crespo. La cienaguera Crespo y su novio, al pie de un frondoso árbol se hallaban pensando la dirección que debían tomar, cuando se vieron sorprendidos y sometidos por dos oficiales patriotas. Uno de los oficiales quedó sorprendido ante la belleza de la india y trató de acercársele. El novio de esta, se interpuso empujando al oficial, motivo por el cual fue asesinado. Después del asesinato los dos oficiales disputaban la bella cienaguera, hembra de largos y hermosos cabellos. Resolvieron jugarla a la suerte de las armas, mientras tanto la encerraron en el cuarto de una casa cercana.

 

Muerto uno de los dos, el oficial vencedor corrió al cuarto de la hermosa prisionera para cumplir su deseo amoroso. Al entrar, la india Crespo, había resuelto acabar con su vida: Con dos trenzas de sus preciosos cabellos, las anudó a su cuello, las sujetó de la tiranta del cuarto y luego dejó caer su cuerpo, ahorcándose en forma instantánea. La india Crespo, prefirió la muerte que la deshonra.

 

LA PATRIOTA IGNACIA GRANADOS

 Hija de padres colombianos, pero de abuelos españoles, nació en Santa Marta en 1797, y murió fusilada en su tierra natal, un nueve de noviembre entre los años 1817 y 1819, en la Plaza de la Carnicería, hoy Parque Santander o Parque de los Novios.

 

Aunque tenía familiares que abogaban por la causa de España, como su hermano mayor Joaquín, que mereció elogios del Pacificador Pablo Morillo, su otro hermano Venancio, al igual que ella, eran patriotas enemigos de la Monarquía española, cuando Ignacia arribó a Santa Marta en Julio de 1815, esas fueron razones suficientes para que el Gobernador de la Provincia de Santa Marta, Pedro Ruiz de Porras, un hombre de comportamiento grotesco, y enemigo de ellos, los incluyera en la lista de los proscritos.

 

Ignacia Granados desde pequeña dio muestras de patriotismo, ya adulta abanderó y estuvo pendiente de la causa libertadora. Su patriotismo fue de hechos, como cuando le respondió a secas a Pablo Morillo, que según ella, así debía respondérsele a los tiranos de la patria. En otra ocasión a un oficial realista, le partió un florero en la cabeza, porque le habló mal de Simón Bolívar.

 

Recorrió muchos pueblos de la Provincia de Santa Marta, acompañando las fuerzas patriotas, interesada en la libertad de la patria. Enterada del sitio y sometimiento de Cartagena, ayudó voluntariamente enviándoles provisiones a los prisioneros. Se convirtió en el enlace más importante entre los patriotas y los prisioneros. Fue precisamente en Ciénaga, donde el General José Prudencio Padilla, la comisionó para que les llevara unos pliegos a los patriotas acantonados en Santa Marta; al llegar a Gaira, sospecharon de ella, la redujeron a prisión y le tomaron las comunicaciones que llevaba. Fue el Brigadier Francisco Tomás Morales, quien descubrió las cartas y de inmediato se lo comunicó a Pablo Morillo, este a su vez le transmitió la orden de fusilamiento al Gobernador Pedro Ruiz de Porras, que sintió satisfacción al tener en sus manos a su enemiga.

 

El Gobernador Porras, resolvió que fuese pasada por las armas el mismo día nueve de noviembre, sin formula de juicio, lo que se cumplió a las cinco de la tarde. Un soldado al momento del fusilamiento quiso vendarla, pero Ignacia Granados le manifestó, que a la eternidad no se entra con los ojos vendados. El General José Prudencio Padilla, nunca la olvidó, puso en el madero de su tumba la siguiente inscripción: Patriotas! No pases por este sitio sin rezar una oración por el alma de Ignacia Granados, la mujer más valerosa de la Costa.

 

Otras heroínas que engrandecieron la historia del Magdalena fueron: Catalina Núñez, oriunda de Pueblo Viejo; Carolina Suarez, Encarnación Larios y Santos “La Manchada” Larios, oriundas de El Banco; y Antonia Manjarrés, oriunda de Ciénaga.

 

Línea de atención: (57) (5) 4210101 

Cel: 300 815 46 18

Santa Marta, Colombia

SÍGUENOS:

POLITICA

administrativo@opinioncaribe.com

webmaster@opinioncaribe

Pin 2A79B801

  • Facebook B&W
  • Twitter B&W
  • Flickr B&W
  • YouTube B&W

© Copyright 2013 Opinión Caribe. Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su titular. 

bottom of page