

Tenerife: de pueblo indígena a villa
10 al 16 de Junio de 2015
Por: Raúl Ospino Rangel
El territorio habitado por la nación indígena Chimila, fue fundado el 20 de enero de 1543, por el Capitán Francisco Henríquez, bajo la categoría de Villa de Tenerife; autorizado por medio de una ordenanza, emanada del Gobernador de la Provincia de Santa Marta, Gonzalo Fernández de Lugo. Según los cronistas, Villa poblada en una loma, la cual es la calle principal, de temperatura cálida y húmeda y de noches frescas. Conquistada y fundada sobre un antiguo pueblo indígena, que durante más de ocho mil años habían ocupado el territorio. Durante la Colonia, Tenerife fue sitio de paso de quienes subían y bajaban por el río, fue importante por el tránsito de los tesoros y las riquezas que serían llevadas primero a Cartagena de Indias y luego a España.
El Capitán Henríquez, conquistó esta empresa acompañado de su mujer, algunos parientes y 30 vecinos más, entre ellos: José Ballestas, Isidro Alonso de Sebo, Andrés Ignacio Acosta, Gaspar Antonio González, Antonio Carranza Tasador, Francisco Ortiz, Francisco de Arco y Antonio del Campo. El nombre de San Sebastián de Tenerife, se debe a una costumbre española en la que, al fundar o conquistar una población, se le daba el nombre del Santo que ese día celebraba la Iglesia y casualmente ese día se celebraba el martirio de San Sebastián. Entre tanto el nombre de Tenerife se dio porque el conquistador fundador el Capitán Francisco Henríquez, se quiso agraciar con su jefe Gonzalo Fernández de Lugo, quien era natural de las Islas Canarias en Tenerife, España. La fundación se fundamentó para que sirviera de punto estratégico para la colonización, para la comercialización de las fincas ganaderas y para la destrucción de la nación indígena.
Debido a las enfermedades y pestes, para el año 1580, solo habitaban en la población 7 vecinos. Durante el obispado de Luis García de Miranda, periodo (1627-1629), la población tenía 40 vecinos, seis de ellos ricos y los demás pobres; para esta época, la población contaba con hospital, edificado por el obispo García.
En el periodo (1740-1745), el Maestro de Campo de la Provincia de Santa Marta, José Fernando de Mier y Guerra, construye el camino San Ángel-Tenerife-Cerro San Antonio, con el objetivo de impulsar la ganadería y contener a los indios Chimilas, que impedían el desarrollo económico en la región y el paso a Cartagena.
En 1677, llegó el obispo Diego de Baños y Sotomayor, con el encargo de dedicarse a la conquista y evangelización de los Chimilas, en una expedición de dos batallones, acampando siempre en la población de San Ángel y desde allí, solían las incursiones con tal fin.
JURISDICCIÓN TERRITORIAL
Como pueblo indígena, en 1535, se encuentra el territorio en la jurisdicción de la Gobernación de Santa Marta. El 20 de enero de 1543, la población adquiere la categoría de Villa. Los llamados Pueblos o Doctrina de Indios, fueron aldeas indígenas que existieron durante la colonización española. Ideadaspara realizar un cobro más eficiente de los tributos; para aumentar el control y aculturación de la población sometida, mediante la prédica cristiana.En 1623, tenía la Villa de Tenerife, una doctrina bajo su jurisdicción: La parroquia indígena del Pueblo de Pallares. En 1699, tenía tres doctrinas en su jurisdicción: La parroquia San Sebastián de Zambrano, San Pablo de San Diego de Chingalé y San Pablo de Nerbití. En 1741, son ocho las parroquias en su jurisdicción: San Sebastián de Zambrano, San Antonio de Guaymaral, San Nicolás de Bari de punta de Palma, San Pablo de Zárate, Nuestra Señora de la Candelaria de Plato, San Pablo de Nerbití, San Diego de Chingalé y Pueblo de Pallares.
Por Decreto No. II, emanado del Virrey Antonio Caballero y Góngora, el 20 de Diciembre de 1783, le son adjudicadas las tierras a Tenerife, confirmadas el 31 de Octubre de 1791, por el Virrey Espeleta; por último, la Corte Suprema de Justicia, ratificó los mismos títulos en 1947, donde Tenerife es la única población colombiana dueña del subsuelo.
En 1810, la Provincia de Santa Marta, comprendía ciudades, en las cuales el jefe de gobierno era un Teniente Gobernador; Tenerife, era una de esas ciudades, que hacía parte de la Provincia de Santa Marta. El 2 de septiembre de 1820, por Decreto de Simón Bolívar, pierde el título de Villa y su territorio es incorporado a la nueva Villa de Plato Magdalena. De conformidad con la primera constitución política de Colombia, emanada el 12 de julio de 1821, en Villa del Rosario de Cúcuta, Tenerife, es cabecera del cuarto cantón de la Provincia de Santa Marta.
El primero de diciembre de 1853, mediante la Ordenanza No. VII, la Legislatura Provincial de Santa Marta, crea a Tenerife, Distrito Municipal. Luego por medio de la Ley del 21 de noviembre de 1857, se crea la Provincia de Tenerife, en el Estado Soberano del Magdalena. Más tarde la Ley del 29 de diciembre de 1864, crea el Departamento de Tenerife, en el Estado Soberano del Magdalena. Esta condición de departamento, la tuvo la población hasta 1879, cuando regresó a la categoría de Distrito Municipal.
Por medio del Decreto No. 377, del 17 de febrero de 1886, se elimina el Distrito Municipal de Tenerife; pero nuevamente, el seis de agosto de 1886, es creado municipio en jurisdicción del Departamento del Magdalena. Esta categoría municipal, es ratificada definitivamente mediante la Ordenanza No. 11 del 26 de junio de 1923. Sus principales corregimientos son: Real Del Obispo, Santa Inés y San Luis.
IGLESIA Y CONVENTO
En el año 1562, estuvo como catequista y predicador de la parroquia de Tenerife, Fray Luis Beltrán, quien años después fue canonizado por el Vaticano. La comunidad franciscana, en 1569, estableció el “Convento de San Buenaventura de Tenerife”, siendo su fundador el Fray Mateo de Molina. Este convento en 1780, fue extinguido, así dice un informe de los franciscanos de la época: “Se extingue el convento de la Villa de Tenerife. Las pías memorias se aplicaron al convento de Santa Marta y todas las alhajas, menos una imagen de Jesús Nazareno, que al tiempo de llevarla al convento de Ocaña, se la hurtaron del puerto, los mismos vecinos de Tenerife. El convento era una casita de paja muy pequeña. La iglesia de tapia y cubierta de paja y solo había en ella, una media capilla. Los vecinos de dicha Villa, han informado al Concejo Superior de Indias, que quieren allí fabricar otra parroquia por lo que piden las alhajas. Añaden que era iglesia buena, pero es falso. No se han sacado las pías memorias de la diócesis, pues como he dicho, se aplicaron al convento de Santa Marta, a cuyo obispo pertenecen”.
Después de San Luis Beltrán, quien estuvo en la población hasta 1569, llegó de sacerdote el Doctor Antonio de Serpa. Se celebraban todos los años en la Villa, fiestas a las santas vírgenes y mártires, Eulodia y Eulilona, compañeras de Santa Úrsula. No se sabe en qué tiempo llegaron de Europa, estas imágenes sagradas, pero la tradición confirma que San Luis Beltrán, sería quien introdujo esta devoción en el vecindario. Fray Luis Beltrán lanzó una maldición desde una piedra, que todavía conserva las huellas de sus sandalias, contra los tenerifanos de esa época y sus siguientes generaciones, por haberle atribuido amancebamiento con una aborigen. En 1962, se celebró Tenerife, el cuarto centenario de la llegada de San Luis Beltrán, a la cual asistieron muchas delegaciones de países americanos y de España.
En 1746, el obispo Polo del Águila, dio principio a la reconstrucción de la iglesia, obra que la culminó el obispo Francisco Javier Calvo, en 1774, con un aporte de mil pesos. Se encuentra el testamento de fray Juan de Dios Martín y Góngora, que narra la existencia de un valioso tesoro enterrado en la nave central de la iglesia, que nadie se ha atrevido a profanar para confirmar lo que dice la leyenda.
SISTEMA DE ENCOMIENDAS
La encomienda, consistía en la distribución de un pueblo indígena, a un conquistador, quien obtenía el derecho a utilizar a los indios en sus diversas empresas económicas y a cobrarles un tributo y se obligaba en cambio a adoctrinar a los indios y a mantener caballo y armas para defender la población española de cualquier ataque. Este sometimiento incidió en la destrucción de sus estructuras familiares y sociales, así como en la disminución de las tribus indígenas. En 1560, tenía Tenerife, 7 Encomenderos y 1500 indígenas tributarios. En 1627, las encomiendas dedicadas a la producción de maíz eran: San Sebastián, Ulloa, Cura, Gongori, Santiago, El Morro, Arroba, Coscolucioteor, Coscorucio, Corli, Gorupe, Cotore, Cumanta, Congore, Chamaria, Mantho, Naribiti.
SIMÓN BOLÍVAR EN TENERIFE
Fue en esta población que Simón Bolívar ganó su primera batalla y lanzó su primera proclama de libertad en suelo colombiano. Aquí inició su cadena de triunfos que lo llevaría con éxito hasta alcanzar la independencia del continente.
El 23 de diciembre de 1812, atacó y tomó a Tenerife, defendida por una guarnición de 500 hombres al mando de las tropas españolas de Antonio F. Rebustillos y Vicente Capmani, quienes huyen al monte dejando barcos y provisiones que permiten a Simón Bolívar aumentar su flota y apoderarse de Tenerife. En la mañana del 24 de diciembre de 1812, el Libertador, lanzó su primera proclama de independencia, firmando con los pobladores el “Acta de Independencia de Tenerife”.
En el cementerio de esta población reposan los restos de la francesa Anita Lenoit, una de las consentidas del Libertador Simón Bolívar, fallecida el 5 de abril de 1868. Fue la única de las mujeres de Bolívar, que nunca lo olvidó; ya que le llevó flores en diciembre 18 de 1830, pero a su viejo amor lo encontró muerto en Santa Marta.
EL TRIBUNAL DE MUERTE DE HERMOGENES MAZA
En esta población el 25 de junio de 1820, los generales Hermogenes Maza y José María Córdoba, en un duro combate, derrotaron a los españoles. En la toma de Tenerife, Maza, realizó una muy creativa práctica con sus rehenes. Los hizo formar en fila india y llevó a cabo una especie de examen de la muerte: les hizo pronunciar las palabras “Francisco” o “Zaragoza” y hombre que pronunciaba la Ce o la Zeta a la española, hombre que era condenado a muerte con la frase: “Al baño”. En el sitio de la ejecución, se encuentran dos soldados, con afilados machetes en sus manos. En el convento las Carmelitas, de espaldas al sol, el General Hermogenes Maza. Frente a este juez único que tiene sobre sus piernas un sable, se halla una larga fila de más de 200 prisioneros temerosos y custodiados, esperando la sentencia. El primero en suerte, es un oficial español, quien trata de justificarse; al oírlo, dos soldados lo arrastran hasta el barco “La Comandancia” y, colocando su cuello sobre la borda, con un certero golpe de machete es decapitado. Y así fueron desfilando, por la trágica borda, más de doscientas cabezas esa mañana.
Por estas tierras anduvo igualmente, el almirante José Prudencio Padilla, durante la campaña del Bajo Magdalena, persiguiendo a los españoles.

Línea de atención: (57) (5) 4210101
Cel: 300 815 46 18
Santa Marta, Colombia
SÍGUENOS:
POLITICA
administrativo@opinioncaribe.com
webmaster@opinioncaribe
Pin 2A79B801